9/6/12

Corpus Christi

Estaba con mi familia al fondo de la iglesia, cuando de pronto, el sacristán, el señor Adolfo, vino a mí, y me dijo que me necesitaba para llevar el Palio en la procesión.

¡Quedé como aturdido! No sabía qué decir. Pero fui tras él. Cogí el cuarto palo del lado izquierdo, y en silencio me mantuve en la sacristía. Los demás estaban hablando, pero yo estaba en completo silencio, de todo. Mi corazón desbordaba de alegría, pero no podía decir nada. ¡Claro que recuerdo la fecha, era en Junio de 2005! Mi primera procesión del Corpus. Antes no había ido, sólo siendo un niño, pero jamás había vuelto.

Mi primera procesión, porque verdaderamente el Corpus es “La” procesión, es la salida con el Señor Jesús a visitar a tantos como no pueden ir a la iglesia.

Delante de mí iba un señor, llamado José María, que algún golpecillo le di sin querer, ya que no sabía cómo se llevaba el palo. Detrás de mí, venía José Luis, un señor que descansa en paz junto al Señor Jesús, y fue éste quien en un momento de parada me dio unos consejillos. Yo sigo rezando por ti, José Luis, y por tu familia, como bien sabes.

Marchábamos al paso, poco a poco, y la banda de música tocaba tras nosotros. El incienso lo gozábamos de forma continua, pues delante de nosotros, dos seminaristas iban con el incensario. Hoy ya uno es sacerdote; el otro... ahí está. ¡Pero déjame seguir, no me hagas tantas preguntas! El sacerdote, Don José, portaba la Custodia con el Señor, justo un paso delante de mí, de tal modo que mi mirada coincidía y se encontraba continuamente con la de Jesús. Hacia el final de la procesión, colocaron una mesilla donde descansa y dieron la bendición a todos los presentes de corazón. Pero ésta no era la única mesilla. Aunque sí que fue aquí donde me llamó la atención una chica joven. ¡Cómo miraba al Señor! Y yo, vi su corazón, cómo le pedía al Señor Jesús. Éste le devolvió la mirada, le sonrió y le concedió el favor. Pero además derramó muchas más gracias, y yo allí, también derramé más lágrimas. ¡Cuánta delicadeza, cuánto amor nos das, Señor!

Comprendí que el Señor juega no a una banda, sino a muchas, y de paso alegra a éste, a aquél... incluso al señor que desde lejos contemplaba toda la escena, encendido de presencia, y el Señor Jesús era como su fuera caminando junto a nosotros, pero al mismo tiempo fuera entrando a todas las casa que lo solicitaban. Eran como “muchos” Señor Jesús, se daba a todos, y eso que algunos no le pedían nada, ni lo miraban de modo temeroso, sino porque Él quería dar. De tal manera, que nunca sabrán que fue Jesús el que les solucionó... no importa, lo llamarán un golpe de suerte. Aún así, qué bonito es.

A partir de aquí, Él, mi amigo Jesús, aún se multiplicó más, o quizás yo lo vi más. Empezó a repartir y se volvía loco de alegría. En una de las calles, en la de San Cristóbal, había otro altarcito, donde lo llenaron de flores, pétalos de rosas, por miles. Y el Señor les derramó millones de gracias, bendijo a las familias enteras, a los campos, a sus cosechas. Aún conservo uno de estos pétalos de rosa, en el interior de uno de mis libros. En esta calle, si me lo permites, en una casa de esas de pueblo, con las puertas abiertas de par en par, allí, junto a sus hijas, estaba sentado un hombre que llamamos “el tío Cristo” que al llegar nosotros a su altura, como pudo, apoyándose de mil modos, se puso en pie para saludar con el corazón a Jesús. Allí, se fundieron en un abrazo inmenso.

¡Gracias Señor Jesús, por enseñarme!

Y tú, ¿vas a quedarte sentado? Otros, al pasar, se arrodillaban. ¿Y tú?

Alabado sea el Señor Jesús por siempre.

Sea por siempre bendito y alabado

3 comentarios:

  1. Anónimo10/6/12

    ¿Cómo pagaremos al Señor todo lo que ha hecho por y para nosotros?

    Tu Cuerpo y Sangre, realmente presentes en la Eucaristía, alimenta la fe de tus herman@s que, humildemente y a una sola voz proclaman agradecidos:" Anunciamos tu Muerte, proclamamos tu Resurrección, ¡Ven, Señor Jesús!

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  2. Tono, como siempre, consigues ponerme los pelos de punta. Descansa en Paz.

    Miau!!

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  3. Anónimo18/6/12

    Y a mí que me salten las lágrimas, de tanta ternura como destilaban sus escritos.
    ***

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