22/4/11

“Estaba al alba María la fiel esposa que aguarda…”

Pascua de Resurrección, 2011

Queridos hermanos y hermanas en la fe:

Esta mañana del miércoles santo al abrir la página del diario El País (España), leí el titular: “Se prohíbe la procesión atea del jueves santo”. Yo siempre creí que los ateos hacían “manifestaciones”, pero hoy utilizan también una expresión cargada de contenido religioso para vaciarla del mismo. Tres de los cinco jueces votaron el contra de la iniciativa y dos manifestaron sus dudas y hasta simpatías. Ejemplos de este tipo se podrían multiplicar increíblemente, las palabras de Juan Pablo II se cumplen al pie de la letra: “El mundo actual quiere marginar a Dios de su vida”. Marginar a Dios es marginar lo humano, es desfigurar lo más propio del hombre: “dar noticia de lo divino”, revelar “su imagen”.

Sin duda que algo grande va siendo azotado, escarnecido y crucificado en el hombre, esto es: su impronta divina. Todos sabemos qué ocurre cuando el hombre se aleja de su modelo: ¡se desfigura! Al decaer lo divino, crece el mono, el ídolo, es la irrupción de la idolatría. La fe puede disminuir en el hombre, pero el grito por lo divino permanecerá siempre. El ídolo no libera, esclaviza y desintegra. La conocida frase de San Ignacio de Antioquia ha de ser completada: “La gloria de Dios es el hombre viviente” y, además, “la gloria del hombre es vivir en Dios”.

San Pablo habla de “morir al pecado”, los maestros del espíritu hablan de “morir al hombre viejo, para que nazca el hombre nuevo”. Esto significa que el “morir para” pertenece a la vida del hombre creyente. Morir al pecado, supone la superación del mismo. Morir al hombre viejo, supone una superación y un nuevo modo de vivir. Morir al desamor supone vivir en y para el amor. Esto nos señala un contenido fundamental de la Pascua: morir para Vivir. Morir para resucitar. No sólo resucita Jesucristo en la acción litúrgica, también algo ha de resucitar en nosotros, se trata de más vida, más humanidad y por eso más comunión con lo divino.

Deseo muy de corazón que para todos ustedes sea esta una “gran semana”. Semana en la que crezca la comunión con Jesucristo a fin de que su Vida sea más la nuestra. María será entre la madrugada del viernes y la noche del sábado La Dolorosa, pero en la mañana del domingo será La Gloriosa, María de la Pascua. Que María nos enseñe a seguir a Jesús como ella lo siguió. Así se realizará en nosotros lo que se reza en el himno de las Vísperas:

Al fin será la paz y la corona,

los vítores, las palmas sacudidas,

y un aleluya inmenso como el cielo

para cantar la gloria del Mesías”

¡Muy bendecida Pascua de Resurrección!

P. Alberto E. Eronti

2 comentarios:

  1. Anónimo22/4/11

    ¡¡Qué razón tienes!!

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  2. Anónimo24/4/11

    Gracias, P. Alberto E.:¡El Señor ha resucitado! Y porque Él nos dejó, antes de morir, su Mandato Nuevo...,¿ cómo no pedir "sin intermisión"- así nos lo pide el Señor con ardor- que nos aumente la fe; pidiéndolo, en primer lugar,y por mediación de nuestra Madre María, para sus hijos que más la necesitan.¡Aleluya!

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