24/10/10

Qué cerquita está Él.

Domingo XXX T. Ordinario

24 de octubre de 2010

Había un sacerdote en mi ciudad, que siempre en todas sus homilías nos decía lo que debíamos de hacer, y en qué fallábamos. Lo curioso es que siempre él, quedaba excluido, él estaba elevado sobre todos nosotros, él lo sabía todo...

No me sirve el encubrimiento de algunos, ocupen la situación que sea. Conozco a laicos que porque rezan uno o varios rosarios, y van a misa todos los días, se creen ya mejores que esos que no van a misa. ¡Qué poco les sirve todo lo que hacen!

Y es que nos empeñamos en ver a Dios donde no está, queremos que se cumpla según nuestro deseo, sin confiar en Dios. ¿De qué me sirve ir a misa, si luego no lo practico? “Lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos, a mí me lo hicisteis.”

Dios está tan próximo, tan cerquita de nosotros, y sin embargo no empeñamos en buscarlo donde no está. Hay gentes que han contratado un refugio, tipo nuclear, para cuando llegue eso que va a venir, lo que se nos echa encima. Me pregunto, ¿dónde queda: “Señor Jesús, en ti confío”?

Si mi confianza es esa, ahora me explico como va el mundo.

Dios está ahí, aquí conmigo, tan solo he de decir como en el salmo: “Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca.”

Esto es lo que necesitamos, bendecir y alabar al señor Jesús, siempre y en todo momento, y en todos los lugares. Santa Teresa de Jesús decía: “Dios está entre los pucheros”, en lo más ordinario de la vida, y allá donde hay un hermano, está Él. No hay que buscarlo entre los super-man, ahí seguro que no está, aunque Él, todo lo puede.

Yo al lado de Él, ¿quién soy? Esto es lo que le pasaba al pecador de la parábola, que lo conocía tan bien, que no podía ponerse delante de Él. Se siente indigno, pero CONFÍA en la capacidad de ser PERDONADO, a quién se lo pide.

Todos necesitamos de Dios, unos de un modo, y otros, de otro, pero lo bien cierto es que deberíamos bendecirlo y a alabarlo más frecuentemente.

¿Tú no lo crees así? Entonces, ¿qué crees tú?

Bendito y alabado sea el señor Jesús, hijo de la Virgen María. Madre, enséñanos a confiar en él, y que no hagamos tantas tonterías.

2 comentarios:

  1. Muy bueno. Como siempre has vuelto a poner el dedo en la llaga.

    ¡¡Miau!!

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  2. Anónimo25/10/10

    Yo tambièn lo creo así,pero siempre con la alegria de estar seguro de que El me acompaña siempre y en todos los momentos , buenos y malos.Despuès de todo ¿ quièn soy yo y hacia donde voy ?

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