11/3/12

El dinero no lo es todo, el hombre vale más

Tengo un amigo que me dice que lee estos escritos según el título que les doy. Gracias por leerlos. Eres una buenísima persona, siempre lo supe, como sabía que un día encontrarías lo que andabas buscando, que merecías mucho más, y quiero que sepas que cuentas conmigo siempre.

Hoy, este domingo, quizás nos trae la solución a la crisis tan impresionante que vivimos, la lectora del evangelio escogido, y para los que no tengáis en casa este libro lo podéis encontrar en el buscador de Internet escribiendo “San Juan 2, 13-25”. Lo leéis y volvemos a encontrarnos aquí. Si tienes una pequeña Biblia por casa, no te hace falta Internet.

Se acercaba una gran fiesta, como lo pueda ser la nuestra de San José, y Jesús, como uno más, subió a Jerusalén, pero ¿qué se encontró en la ciudad, en el templo? El dinero importaba más que los hombres, los banqueros de aquella época, que hacían su agosto sin escrúpulos, cambiando el dinero romano (dinero que se utilizaba en toda la nación) por el dinero del templo (que sólo se podía utilizar en el interior del templo), cobrando lo que les daba la gana, a la gente pobre. Eran usureros, y Jesús, viendo todo este montaje, dijo que no, y empezó a aguarles la fiesta, tirando los tenderetes por tierra, hundiendo el negocio de esos mercaderes, de la gran banca, de los que han engrosado sus sacas con el ladrillo, de los politiquillos sin honor ni miramientos, y les dice que la Casa de su Padre, el Templo, era un lugar para la oración, y lo han convertido en un mercado. ¿No ocurre hoy lo mismo?

Les dio la solución en tres días, pero ni ellos ni nosotros lo escucharon, porque hablamos, hablaban, lenguajes diferentes. Jesús miraba por el bien de todos, nosotros miramos por nuestro propio bien. Y sobrevino la gran crisis, Jerusalén fue arrollada, no quedó piedra sobre piedra, aunque esto ocurrió unos años después. ¿Qué falló entonces y qué falla ahora?

La vergüenza, la moral, la falta de valores, el engreimiento.

Sin embargo, yo te necesito a ti, al que estás leyendo, y tú, me necesitas a mí. Somos mucho más que dos hombres. Y si no te lo crees, busca en la física cuántica y lo podrás encontrar.

Jesús no protestó de la fiesta, no le molestan las fallas, ni los petardos, lo que le molesta es la hipocresía, la borrachera, la falsedad, el decir una cosa y obrar otra, el abusar de la libertad de las otras personas, el negocio despiadado de sálvese quien pueda. Eso sí que le molesta, creo yo.

Pero en plenas fiestas, como las de San José, la Magdalena... la oración sigue siendo imprescindible, y si tú no lo ves así, mi querido amigo del principio, es imprescindible el buen deseo de todo corazón, pero no nos olvidemos de que Dios “sabe lo que hay dentro de cada hombre”.

Yo no soy quién para criticar, pero sí que reclamo más honestidad y más testimonio de buenas personas. No nos olvidemos que Dios se hace presente en el ser humano. Que nuestro patrón San José te colme de bendiciones.

Gracias y felices fiestas.

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