7/7/13

CALLA Y ESCUCHA

Solo se puede ser feliz perdonando, olvidando los daños que los otros nos pueden causar. Siendo humildes y mansos de corazón, sin generar las peleas, tanto dialécticas, discutiendo todo el día, con todo bicho viviente, “teniendo” yo toda la razón, como las mentales.


¿Cómo conseguir la paz? Callando muchas veces, pensando que “yo” soy el responsable de esa maldad, soy generador de errores, consciente e inconscientemente. Mi lengua ha hablado mal de esto o de aquello, y sin saberlo estoy causando daño. Como diría una amiga he generado mala energía, mal deseo, sencillamente he deseado “mal” y con esto es suficiente; luego soy responsable de la falta de felicidad.

Hace unos tres mil años, ya se escribía: “bendeciré tu nombre por siempre jamás, día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.”

He aquí una muestra del camino a seguir para encontrar la felicidad. Hablar bien, es siempre bueno y positivo, por poco que sea, su efecto es siempre generador de bondad, de dicha, tanto para el que habla, como para el que escucha lo dicho, y si esta es nuestra intención, si nuestro deseo es tal, entonces, se cumple aquello de: “El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.”

Sabiendo esto, solo nos cabe pedir por nosotros, por todos los hombres, para que el bien crezca en todos, pedir lo bueno, suplicar lo mejor, empezando por eso que a veces no entendemos, y siguiendo por lo que nos haya podido causar algún daño, para que con nuestro bien, se limpie el mal, ese mal causado por ese posible descuido de nuestra lengua.

Y antes de pedirlo, ya tenemos que dar gracias a Dios, porque ya sabemos que nos lo ha concedido, nos ha escuchado antes incluso de que las palabras salieran a vibrar junto al aire, y es que la Palabra misma, es la generadora de buenas palabras, la única capaz de cambiar el mundo, la única capaz de hacerme manso y humilde, y así, llegar a vivir en paz, y esta paz, creará mi felicidad, la tuya.

La alegría, será mi camino, y podremos dar gracias a Dios siempre y en todo momento. ¡Qué alegría! ¿Verdad?

¿Tú vives en la alegría? ¿Disfrutas con paz?

Que el Señor te bendiga a ti, y a toda tu familia, a todos los tuyos, y a todos los que tu se la quieras dar

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