23/11/08

Todos somos sacerdotes por el bautismo

Hoy, en este último domingo del tiempo ordinario, cuando se acaba el año litúrgico, viene Jesús recordándonos que hay un final para nosotros, y que Él vendrá en la Gloria rodeado de ángeles. ¿Quizás no esperarían algo así hace dos mil años en Israel?

Pero allí llegó un humilde y pobre, y además de Nazaret. ¿Quizás de Nazaret puede venir algo bueno?

Cuántas veces creo que a nosotros nos pasa lo mismo, ¿ése me va a enseñar a mí? No es posible, si no sabe nada, sólo hay que ver el aspecto que tiene. En otras ocasiones negamos un servicio porque a mí no me toca eso, y me olvido del que tengo enfrente. ¿Y si fuera yo quien estuviera en su lugar? En tantas ocasiones... y sólo pienso en mí. ¡A veces me da vergüenza!

Esto nos recuerda la fiesta que hoy celebramos, donde todos somos sacerdotes por el bautismo, y donde todos tenemos que ser pastores, buscar las ovejas, no para mi beneficio, sino para la mayor gloria de Dios, porque Él vendrá en la Gloria y millones de ángeles con Él.

Mi misión es ésa, buscar a las que se desperdigaron, en un día de oscuridad, ¿quién no ha tenido un día negro? No juzgar a nadie, pero sí prestar mi ayuda, vendar sus heridas, confortándolas, acompañándolas. Curar a las enfermas, como a mí también me curan. Muchas veces me pregunto: ¿cuántas personas rezaran por mí? ¿Cuánto habrán rezado mis padres para que yo, ahora, esté aquí escribiendo esto?

No me puedo olvidar de las sanas y fuertes, a los que gozan de la alegría de Dios, los que dan gracias por la Gracia recibida. Dios es el Pastor supremo, y quien a Él lo tiene, nada le falta, ¿qué más se puede pedir? Él me lo da todo, absolutamente todo, y lo que espero es que jamás me crea “autor” de nada, porque incluso esto ya es un regalo.

¡Qué bonito ha de ser Pastor!

¡Qué lástima que algunos no lo aprecien, tanto de dentro como de fuera! El amor todo lo puede, es la mayor energía, por eso redoblan esas palabras en mi corazón: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”. Esto nos lo está diciendo el Señor Jesús ahora, a ti, a mí, a todos, y añade: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”. Ser pastor, tengo que intentarlo, en mi casa, con mi familia, con mis amigos, con los que no me quieren bien, con mis compañeros de trabajo, respetándolos más que incluso a mí mismo.

Hemos de darnos nosotros, ayudando, resolviendo problemas, desde los mínimos a los más grandes, siempre que podamos, y en todo lugar.

Ser cristiano es ser seguidor de Cristo, imitadores de Él, y claro, poniendo toda nuestra voluntad en el empeño, con amor, de este modo, será Dios mismo quien actuará a través de nosotros, seremos pequeños utensilios de Él. ¡Cuánta Gracia!

Desde la Pastoral de la Salud podemos hacer mucho de esto, pero sin olvidar cada momento del día, cada uno desde la perspectiva de su propia realidad y circunstancia.

¡Pidamos mucho por los obispos y sacerdotes, lo que necesitamos es oración y acción cristiana!

¿Tienes algo que decir? Si quieres lo puedes hacer desde este blog.

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